miércoles, 12 de febrero de 2014

Diario del Buscador 1



3 de Abril de 2325, Fort Riley


Diario del Buscador, Refugio 107


            La Tormenta ha pasado. El polvo tóxico se asienta y el último cumulonimbo se aleja en el horizonte. Los vigías han abierto la pesada puerta doble que se encuentra tras el pasillo estanco.

            Ha llegado la hora.

            Tras de mí quedan los enfermos, hambrientos y desesperados habitantes del refugio. Sé que tienen una nueva opción de sobrevivir, una última esperanza: yo. Los que como yo salimos tras cada Tormenta en busca de lo necesario para el refugio nos hemos convertido en héroes, en leyendas...

            Si supieran la verdad...

            Tras mis retinas se repiten imágenes grotescas, crueles, emboscadas de asaltantes y depredadores que descuartizan a los viajeros del yermo, bandas que defienden los acuíferos o centros comerciales derruidos, zonas devastadas y yermos por los que aventurarse es un peligro en sí, la lucha encarnizada con otros supervivientes... pero aquí, en el mundo de la superficie, quizá lo peor de todo es el propio aire, macilento y grisáceo, que se asienta en el interior de tu cuerpo y te corroe por dentro...

            Si supieran la verdad...

            Pero ahora no puedo pensar. ¡Es hora de actuar! Cojo mi arma, el respirador con la fecha de caducidad de otra época, las ropas de abrigo y la mochila y, sin mirar atrás, asciendo la pendiente que lleva a la superficie.

            -Te esperaremos hasta que vuelva la Tormenta –grita uno de los vigías a mi espalda.

            Pues todos sabemos que volverá. Siempre vuelve y acaba con la vida en la superficie. Tengo pocos días, tres o cuatro a lo sumo, y rezo por que las cosas vayan bien esta vez y pueda traer de vuelta aquello que devuelva el brillo a la mirada de los míos. Debo volver, se lo debo a todos ellos...

     ...porque yo soy el Buscador.

 

      

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